discusiones que provoca y a las consecuencias que se pueden derivar de tales discuciones.
Hablar de
racismo en Cuba es considerado desde hace mucho tiempo tabú, por lo que muchos
lo eluden y prefieren, como decimos en cubiche no tocar esa tecla.
Por eso voy
a abordar este tema sin entrar en consideraciones políticas, históricas,
culturales, filosóficas o de cualquier otra índole. Me ceñiré única y
exclusivamente a exponer sin matices, las palabras y expresiones con
connotaciones de tipo racista, que emplean los cubanos a diario.
Para
identificar el abanico de razas, nacionalidades y procedencias, existe un grupo
de voces cuyo sentido depende principalmente del contexto en que se utilizan.
En ocasiones revisten un matiz cariñoso, peyorativo, racista, xenófobo o
simplemente son usadas en tono de burla o broma, al igual que las frases que de
ellas se derivan.
Comencemos
con la voz GALLEGO.
Ya desde finales
del siglo XIX todos los inmigrantes peninsulares que se radicaban en Cuba, al
igual que sus descendientes, eran denominados gallegos. Según el famoso historiador cubano ya desaparecido,
Manuel Moreno Fraginals, se debió principalmente a que Galicia era en aquel
entonces, la región de España de donde procedía la mayoría de esos inmigrantes.
Esta denominación es compartida por otros países de la América hispánica.
He aquí
algunos ejemplos salidos de las plumas de nuestros ilustres escritores
cubiches:
“— ¿Tú eres
hijo del GALLEGO que estaba aquí?” (Dariel Alarcón, “Memorias de un soldado
cubano”, pág. 23).
“«A ver
cuándo nos visitas, GALLEGO», dijo el del Comercio Exterior, «en Cuba queremos
mucho a España»,...” (Eliseo Alberto, “Informe contra mí mismo”, pág. 102).
“— GALLEGO, ¿verdad? Mi familia viene también
de las Vascongadas.” (Miguel Barroso, “Amanecer con hormigas en la boca”, pág.
16).
“Bueno,
quiero decir que le dije, GALLEGO, eres un corcho español,...” (G. Cabrera
Infante, “Tres tristes tígres”, pág. 53).
“Aunque en mi país fuera usted de Algeciras,
Pamplona, Lanzarote o Alcañiz-Teruel, yo que carajo sé la razón, lo
llamarían siempre «GALLEGO»,...” (Paquito D’Rivera, “Mi vida saxual”, pág.
259).
“Es un
GALLEGO de Asturias.” (P. J. Gutiérrez, “Trilogía sucia de La Habana”, pág.
167).
“A fines del
siglo XIX a todos los peninsulares les llamaban GALLEGOS; pero era por el
predominio de Galicia en la inmigración de entonces. Inclusive el término GALLEGO
tuvo siempre una cierta connotación cariñosa.” (M. Moreno Fraginals, “Cuba-
España, España-Cuba. Historia común...”, pág. 349).
“Quizás el
único español al que no se llamaba GALLEGO en Cuba fue a Eduardo Muñoz, El
Sevillanito,… (E. Núñez Rodríguez, “Gente que yo quise”, pág. 31).
“— Dice
Reina Esmeralda, mi hija, que usted es GALLEGO.
—Andaluz.
—Aaah, ¿y cuál es la diferencia, mi niño?
¿Eso no es España?” (Zoé Valdés, “Lobas de mar”, pág. 238).
Centro Gallego de La Habana |
También existen en el habla cubana otros vocablos que se aplica a los españoles como GAITO y GALIFARDO, pero estas ya revisten un sentido jocoso y en ocasiones peyorativo.
“...veinticuatro
entre dos, doce; GAITO, facilito,... ” (Eliseo Alberto, “Informe contra mí
mismo”, pág. 277).
“Un gallego
está comiendo
con un
negro en compañía,
o el
GAITO le debe al negro
o es
del negro la comía.” (Miguel Barnet, “Gallego” pág. 138).
“...ni
siquiera me has dicho qué hubo con el GAITO...” (L. Padura F., “Pasado
perfecto”, pág. 62).
“...cañonazos,
banderas, y la ostia peluda, como dirían los GALIFARDOS.” (Paquito D’Rivera,
“Mi vida saxual.”, pág. 165).
Por otra
parte si eres de esas personas que no logra seguir los pasos y movimientos de
un baile, que baila mal y sin gracia o que no coge el ritmo al tocar un
instrumento musical, en especial los de percusión, te gritarán en Cuba ¡GALLEGOOOOO!...
Los cambios
experimentados a partir de las últimas décadas del pasado siglo, tanto en Cuba
como en España, provocaron que la corriente migratoria hacia la Isla se
paralizara y que en su lugar se generara un nuevo flujo, pero esta vez de
turistas que viajan a Cuba en busca de algo más que arte e historia.
Este
fenómeno ha provocado que el uso de la voz gallego,
aunque se mantiene vigente en el sentido indicado, vaya decayendo sustituida
por una nueva, con significado algo distinto y generalmente peyorativo. Me
refiero al término PEPE, que desde hace varias décadas se viene utilizando por algunos sectores de la población, ligado a actividades muchas veces ilícitas .
“Las que
consiguen «enganchar» a un PEPE
son objeto de envidia entre sus compañeras.” (Isabel Holgado F., “¡No es fácil!”,
pág. 246).
“...mulaticas
casi niñas, o negritas cabezas de clavos, abandonadas por sus PEPES o
escapadas de ellos.” (Zoé Valdés, “La nada cotidiana”, pág. 104).
“…las jineteras
de alcurnia, esas nos dejan vacíos y también compran ron y tabaco para
sus PEPES. (A. Valle, “Habana Babilonia, pág.146).
(Continúa)
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